Comunicación positiva: La palabra más poderosa.

Comunicación positiva: La palabra más poderosa.

La protagonista de esta entrada es la palabra que más pronunciamos y al mismo tiempo la que deberíamos aprender a decir más a menudo. En ambos casos la usamos en nuestra contra y sin darnos cuenta. Pasarla al plano de la consciencia nos hará personas más libres, coherentes, felices.

¿A qué palabra me refiero? Eso es, al "NO". Mucho más poderosa que el "gracias" o la expresión "por favor", ¡qué ya es decir! Así que nos conviene escuchar más detenidamente la forma en que la usamos

Ya en las otras dos entradas dedicadas a la comunicación positiva advertía del poder que tienen las palabras sobre nuestras vidas. En una de ellas invitaba a quitar de nuestro vocabulario los "pero" y en la otra proponía eliminar los "es que". Recomiendo la lectura previa de estas dos entradas antes de continuar con la de hoy, que está especialmente dedicada a todas esas personas que tantas veces empiezan sus frases con "No, pero es, que...", con tal inconsciencia que estoy por escribir "noperoesque", así, todo junto, por la facilidad y rapidez con la que se propinan ese harakiri verbal.

"No", es la palabra que los peques más escuchan a lo largo del día y en su vida (no corras, no grites, no se pega...). Luego nos sorprende que ellos mismos tengan momentos de incontinencia de noes. Según la PNL el subconsciente no reconoce el no. Así que si le dices a un peque "No se grita", ¿con qué parte del mensaje se queda? con el "¡Se grita!" y ya sabemos lo mucho que nos admiran y nos obedecen a ciegas nuestra descendencia en algunos momentos. 

Vamos a tener especial cuidado también cuando lo usemos en nuestras clases. Tu mensaje será más efectivo si le dices al alumnado "Deja de tensar tanto los dedos", en vez de decirle "No tenses los dedos". ¿En cuántas partituras hemos escrito "No correr", en vez de poner "Más lento"?

Otro error muy común es usarlo como doble negación. Lo tenemos tan aceptado que ni nos damos cuenta de lo contradictorio de nuestras expresiones:  "Hasta que no termines la merienda no podrás ir a jugar", "Hasta que no nos ingresen el dinero no podremos hacer la compra". Incluso cuando suena redundante a nivel silábico nos pasa desapercibido: "Hasta que no nos nombraron no nos lo creímos" .

Los peques se adaptan a todo y como la mayor parte de la gente lo usa mal aprenden a darlo por válido enseguida, sobre todo si les cuesta un buen disgusto en su más tierna infancia. La típica escena de la madre recriminando una trastada a un peque: "¡A qué no lo vas a hacer nunca más!, y el peque asintiendo lloriqueante con la cabeza. Resultado: aumento del enfado de la madre que se siente retada por "el pequeñajo ese", cuando en realidad lo que le está diciendo el pobre es que sí, que es verdad, ¡Qué no lo va a hacer nunca más! 

También se usa de forma contradictoria cuando queremos confirmar algo:, como por ejemplo cuando preguntamos "¿Quedamos a las 8, no? o ¿Ya te devolví el libro, no?, cuando sería muy fácil cambiar ese "no" final por un ¿"verdad"?


  
¿Cuándo resulta más peligrosa la palabra no? Cuando la dejamos pasearse a sus anchas por nuestros pensamientos. Nos interesa prestar atención a nuestro discurso interno, lleno de "no puedo", "no lo voy a lograr". Mira tú, en ese caso el subconsciente ten por seguro que sí va a prestar atención al "no", así que quítalo y llena tu cabeza de "puedo", "lo voy a lograr". Y acto seguido ponte en marcha y vete a por ello, que solo con decirlo no basta, claro.

De todos modos, lo más curioso de esta palabra tan cortita es lo mucho que nos cuesta decirla en otros momentos. Algunas veces ni siquiera somos conscientes de que decimos "sí" a más cosas de las que podemos abarcar, de las que nos podemos responsabilizar. En otras ocasiones, nos damos cuenta del error justo en el momento en que aceptamos nuevos compromisos. Incluso nos preparamos mentalmente para declinar invitaciones, discurrios una batería de argumentos, ensayamos el decirlos con nuestra mejor sonrisa y...aún así, llegado el momento, somos incapaces de contestar "no". Corren ríos de tinta con libros y artículos que abordan esta temática bajo el titular  "Aprenda a decir no" y nunca serán suficientes, incluso aunque te los aprendas de memoria, hasta que aprendas a escucharte bien a ti, a los demás, y seas capaz de distinguir la palabra "no" en todos sus matices. 

Vamos a dejar de empezar nuestras frases con un "no", vamos a prestar atención a las que empiezan con "hasta que...", y la vez, vamos a dejar de decir "sí" a todo. Porque, como todas las cosas, el "sí" y el "no" pueden abordarse desde diferentes perspectivas, tal y como demuestra Markus Ratez en la escultura del vídeo.

Y digo vamos, porque hoy, que cumplo 47 añitos, me parece el día perfecto para hacerme esta propuesta de mejora, así que, allá voy, a escucharme más y mejor.

¡Mucha música y mucha salud!



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