Los peligros a los que se enfrenta una mujer cuando corre.

Los peligros a los que se enfrenta una mujer cuando corre.

Nuestra sociedad es bastante segura. Aún así existen ciertos riesgos para las mujeres que nos animamos a correr.  

El primer temor que se nos pasa por la cabeza es el de un posible ataque o asalto. Esa es la razón por la que evitamos según qué zonas y horarios en el momento de practicar nuestro hobby. Por ese motivo no está de más contar con algunas nociones básicas de defensa personal, como las que podremos aprender mañana, domingo 11 de septiembre, en el Taller gratuito y solidario de Krav Maga que tendrá lugar en Gijón.  

Además hay otro evento al que merece la pena asistir y que tiene lugar este fin de semana en Gijón. Es el Congreso Mujer y Deporte. Si puedes no dudes en acercarte a alguna de las conferencias o mesas redondas en las que se aborda todo lo que se ha logrado en este terreno y lo que aún queda por conseguir, que no es poco. Es una buena ocasión en la que unirnos y hacer tribu. Porque, necesitamos avanzar mucho. Aunque no se debe obviar la posibilidad de un ataque, en realidad, la mujer cuando corre, se enfrenta a otros temores. Miedos, la mayoría, absurdos, no por ello menos paralizantes y que se multiplican en caso de tratarse de una mujer que empieza a correr y más si se trata de una madre ¡o de una abuela! Yo soy madre, empecé a correr con 42 años y en esta entrada comparto mi punto de vista sobre el tema.   

Primeras dudas.  


¿Cómo me voy a poner a correr si nunca lo he hecho ni tan siquiera detrás de un autobús?  


Vamos, sé objetiva, párate a pensar un momento, llevas media vida a la carrera y más desde la maternidad. ¿Te imaginas el entrenamiento implícito que eso supone? Solo se trata de bajarte de los tacones, si es que aún los usas, calzarte unas “zapas” (diminutivo de zapatillas que en realidad vienen a ser lo que siempre se llamó playeros) e imprimir un poco más de velocidad.  

¿De dónde voy a sacar tiempo para correr con todo lo que tengo que hacer?  


Imaginación al poder. Al principio no necesitarás mucho tiempo (más que nada por falta de aguante), así que busca un hueco en tu horario y hazte con él aunque tengas que dejar alguna otra cosa sin hacer (muchas de las tareas domésticas pueden esperar). En menos de lo que tú crees habrás conseguido organizarte de tal modo que lo abarcarás todo.  

Pero es que... ¿cómo voy a correr por la mañana/tarde/a esa hora/ con este frío/calor...¡¡si estoy con la regla!!?  


Surgirán muchos "peros" y muchos "es que". Te animo a que los cortes de raíz. Notarás que son un lastre para tu vida. A parte de eso, el mejor momento que se tiene para hacer algo es precisamente ese momento y punto. Ya sea correr, estudiar, o empezar a conquistar cualquier otro reto. Da igual si tú prefieres practicarlo por la mañana y no te queda más remedio que hacerlo a última hora del día. Si realmente quieres te pondrás a ello aunque suponga un doble esfuerzo, por ejemplo, porque en realidad tu eres más alondra que búho o viceversa. Lo bueno es que también tendrá doble recompensa: aumentarás tu capacidad para doblegar tu voluntad. Por cierto, la liberación de endorfinas que se genera después de correr alivia muchos de los dolores de la menstruación. Ahí lo dejo.    

¿Y si me resfrío o lesiono?  


Lo primero es muy probable al principio, porque no calculamos bien qué cantidad de ropa llevar, acabamos sudando la gota gorda y quedándonos destempladas de regreso a casa. Si te resfrías lo mejor que puedes hacer es salir a correr de nuevo al día siguiente. Te sorprenderá descubrir la facilidad con la que eliminas todos los mocos mientras trotas o en la posterior ducha.  

En cuanto a lo de lesionarte…mmm…vamos a ver, cierto riesgo hay, eso sí, poco más que el que puede suponer ir a comprar el pan. Incluso tu casa, en esos momentos en los que el suelo está sembrado de juguetes, resultará más peligrosa que el hecho de salir a correr. Lo sé, en la inmensa mayoría de los hogares la mujer es el motor. La sociedad avanza gracias a nuestro más o menos silencioso trabajo. Ese es el motivo por el que tememos enfermar y lesionarnos . De todos modos, nadie es imprescindible y en el hipotético caso de que no podamos estar al cien por cien de nuestro rendimiento, lo más difícil y necesario será aprender a delegar y confiar en que se arreglarán sin nosotras. Así que sal a correr tranquila y disfruta.

¿Y qué hago con los niños?  


Porque una cosa es dejarlos al cuidado de otras personas (familia o amigos) por motivos de trabajo o cualquier compromiso importante y otra muy distinta dejarlos por salir a correr. Craso error. Cuidar de ti misma es lo mejor que puedes hacer por tus hijos. Así que toca revisar la agenda de nuevo. ¿Cómo? ¿¡Qué no tienes agenda?! Pues hazte con una y anímate a usarla, verás que en realidad tienes mucho más tiempo del que parece. Coordina tu horario con el de tu pareja, familia o amistades y busca un momento en el que se puedan quedar con los peques (o con las personas mayores que quizás tengas a tu cargo). Igual puedes hacer coincidir tu escapada correndera con alguna extraescolar de tus peques y esa extraescolar quizás podría ser atletismo, para que se vayan aficionando y luego poder llévatelos contigo.  

En mi entrada Los 10 mejores regalos para las mamás que empiezan a correr se me olvidó incluir uno muy original: unos patinetes para sus retoños. Yo he salido a correr en compañía de mis intrépidos patinadores en infinidad de ocasiones. También pueden servir la bici o los patines, de todos modos ojo, que con eso consiguen mucha velocidad e igual te desfondan. Los patinetes son mejor para ti porque les supone más esfuerzo a ellos y es más fácil que te acompañen tranquilamente. Ni que decir tiene que si no sois una familia muy activa al principio también ellos necesitarán un periodo de adaptación. Si desde bebés les has puesto una pantallita delante a la mínima ocasión no pretenderás que de buenas a primeras cambien sus hábitos y te sigan como locos con el patinete. Y si son muy bebés puedes aprovechar para salir a correr con ellos en la sillita. Doble esfuerzo para ti que se traducirá en mayor fondo físico. De nuevo cuida la postura.

Primeros remordimientos.  


Ya está, has vencido la inercia y sales a correr con cierta regularidad. Te sientes genial cuando lo haces y lo echas en falta cuando no puedes. Aun así son muchas las ocasiones en las que te sientes culpable y una voz interior te invadirá por dentro: al pasar por un parque infantil y ver a otros peques disfrutando te preguntarás qué pintas tú corriendo sola en vez de estar con tus retoños, con lo rápido que están creciendo, (poco importa que hayas estado todo el día con ellos); o quizás lo que te planteas es por qué no estás con tus padres ya mayores, en los que se hace aún más evidente el paso del tiempo, olvidando en realidad toda la dedicación que tienes hacia ellos.  

Si tus hijos son adolescentes y tu escapada correndera es a primera hora de un domingo, cuando veas a esos jóvenes de doblete, con una melopea de muy padre y señor mío, te dirás si en vez de corriendo no estarías mejor con los tuyos, aprovechando que aún no salen de noche, inculcándoles lo que significa pasárselo bien sin falta del alcohol.  

Por suerte, vencerá otra voz, (también interior y a la que tendrás que escuchar con atención porque al principio es probable que suene de forma muy tenue) que te dirá “es solo media hora, para mí solita y me la merezco”, “si yo me cuido estaré mejor para cuidar de ellos”, “solo podré hacerles feliz si yo lo soy” y otras muchas frases conocidas, que incluso has pronunciado a modo de consejo con otras mujeres y que nunca se te pasaron por la imaginación aplicadas a ti.  

Más de un complejo.

Miedo al ridículo por tu forma de correr.


Hazlo como sepas o puedas. Eres única y tu estilo de correr también. Hay algunas nociones básicas que te encuentras en cualquier vídeo tutorial en you tube. Lo principal es que cuides tu postura y vayas erguida, por ejemplo sin subir los hombros, gesto muy habitual en la sociedad en general y en las personas que quieren pasar desapercibidas o ante una situación en las que no se sienten del todo cómodas. Subir los hombros supone un esfuerzo extra ya que ellos y los brazos también corren y pesan muchísimo. Poco a poco irás encontrando tu estilo.  

El aspecto físico


La simple idea de imaginarse toda sudada, despeinada y con el moco asomando por la nariz quita las ganas de ponerse a correr a más de una, por mucho que ahora existan maquillajes todo terreno capaces de aguantar semejante trajín. Es lo que hay. Por más que la sociedad se empeñe en inculcarnos que debemos estar impolutas, lo cierto es que las mujeres también excretamos desechos ¡Y lo saludable que es hacerlo y lo bien que te queda el cuerpo después de pillar una buena sudada! Si tan importante es para ti tu el aspecto físico busca la forma de compatibilizarlo en tus carreras y no pierdas de ganar salud de verdad por mantener una aparente.  

El atuendo para correr


Lo importante es que te sientas cómoda. ¿Qué nadie corre en chandal y tú no te ves con mallas? Pues en chandal (me pongo en el caso más extremo). Ya verás, poco a poco irás siendo una muestra viva del calentamiento global. Te irás acomodando a otro tipo de modelitos. Enseguida, a nada que tus carreras las acompañes de una alimentación más sana y equilibrada, empezarás a notar resultados en la báscula y en la figura. Eso te animará a ponerte con ropa más ajustada o más corta. Llegará un momento en que te sentirás cómoda en mallas. Éstas serán primero hasta el tobillo (y lo más probable de color negro), luego por debajo de la rodilla, en nada por medio muslo y para cuando te des cuenta ya correrás en pantalón corto (e incluso optarás por abandonar el color negro).  

Los motivos para esta adaptación son principalmente dos: que cuanta menos ropa lleves puesta menos calor vas a pasar y que cuanta más porción de piel lleves al aire más fácil te resultará lucir un bronceado básico durante todo el año (usa protección solar).  

Lo mismo sucederá con la parte de arriba aunque es muy probable que te haga falta más tiempo hasta llegar, si es que llegas, a correr en top. ¡Ay cuánto daño hace ese canon de belleza que se empeña en borrar la hermosa curva de nuestro vientre y que nos condena a lucir tripitas planas cuales eternas adolescentes! ¿Qué digo! Si hasta las adolescentes tienen complejos en enseñar sus barrigas, ¡cuánto ni menos una mamá!  

La sociedad occidental no ve con buenos ojos la curva de la felicidad por pequeña que sea (no así la oriental, por lo menos hasta hace poco, aunque ¡vete tú a saber, con esto de la globalización!) Una cosa es lucir barriga (o pellejo postparto) tumbada en la toalla de la playa y otra andar zarandeándola por un parque o en un gimnasio, con su acompasado contratiempo, arriba y abajo, en cada zancada. Es muy probable que las miradas de las personas con las que te cruces, incluso aunque se trate de mujeres, hagan el siguiente recorrido con su mirada: barriga-escote-barriga. Después, casi fijo que sus ojos, incluso los de las mujeres, buscarán tu culo. La mayoría mirarán, juzgarán y censurarán. Lo más inteligente por tu parte será reciclar un conocido refrán y pensar...corra yo fresquita…

También es cierto que no hay que confundir una acumulación de grasa producto de una alimentación desequilibrada y una falta de ejercicio, con un abdomen que muestra una saludable curva, evidencia de que tras ella hay unas vísceras libres de tensiones innecesarias y cuya tendencia siempre va a ser a resultar más prominente según el momento del ciclo menstrual en el que te encuentras. Para la segunda te vendrá bien alguna infusión que ayude a eliminar líquidos. La primera por mucho que la escondas y la disimules no va a desaparecer, así que, lo mejor que haces es aceptarla y si te atreves a pasar por el "apuro" de correr en top igual descubres que ese gesto te sirve como acicate para deshacerte de ella.

Correr con los “por si”.


Muchas mujeres de la que empiezan a correr lo hacen con un bolsito que cuelgan cruzado disimulado bajo la ropa. Resulta asombrosa la capacidad de algunas para ubicar en el interior de tan minúsculo accesorio infinidad de cosas: las llaves, dinero, tarjeta de autobús, pañuelos o toallitas húmedas (me temo que en unos pocos años habrá un cambio genético según el cual las niñas ya nacerán con esas dichosas toallitas), tiritas, protección solar de rostro y labios… He de confesar que yo eso nunca lo hice y siempre que queda alguien en casa no llevo ni llaves. Creo que puede ser toda una liberación ir vaciando poco a poco ese bolsito y salir con cuantos menos “por si” mejor. Por cierto, eliminar los "por si" también resulta muy útil a la hora de preparar la mochila para una excursión o las maletas para irte de viaje.

Llega el momento en que todo son ventajas.


Incluso aunque no te guste correr, después de probarlo, llega ese momento en el que sucede, en el que donde solamente había inconvenientes de pronto hay un repertorio completo de ventajas.  

Te has vuelto más tolerante. Porque, por ejemplo, cuando has salido a correr en pleno invierno, te has cruzado con las personas que pasean a los perros y has pensado ¡vaya ganas, con lo calentito que se está en casa!, te has dado cuenta de que esas personas pensarán lo mismo de ti. Y esa tolerancia te la llevarás puesta el resto del día.  

Juzgas menos. Porque cuando ves a alguien correr de un modo extraño o muy despacito, en vez de pensar ¡Qué ridículo! o ¡Si va al mismo paso que yo andando!, tendrás en cuenta que esa persona quizás se esté recuperando de una lesión o está haciendo un entrenamiento de muchos kilómetros porque está preparando un maratón. Y ese dejar de juzgar te hará ver el resto de cosas de otro modo.  

Te quitarás una etiqueta de encima. Algún rasgo con el que te marcaron de pequeña o que has adoptado de mayor. Dejarás de ser “la perezosa”, o “la gordita”, “la desorganizada”…Eso sí, para algunas personas te convertirás en “la egoísta” y dejarás de ser “la madraza”. ¿Qué le vamos a hacer? Es imposible agradar a todo el mundo.  

En definitiva, te cambiará la vida. Eso te lo aseguro. Si eres absolutamente feliz con la vida que llevas, si no cambiarías o mejorarías nada, NADA, entonces no te pongas a correr porque una de las cosas que cambia fijo cuando corres es la vida. Y siempre para mejor.  

El siguiente paso será empezar a correr en carreras populares. ¡Qué sí, no te rías, tú también darás ese paso! Y ahí hay mucha tela que cortar y me da para otra entrada así que mejor voy terminando esta, no sin antes dar las gracias a Manuel González Azurmendi, que es quién está detrás de la página @PAPIRUNNING, espacio en el que comparte las “vivencias de un padre que intenta compaginar su vida familiar y su afición a correr”. En su día, en un intercambio de correos, me invitó a contar mi experiencia como mamá que corre. ¡Aquí tienes la primera parte, Manuel!  

Esta entrada se la quiero dedicar a todas las mujeres que empiezan a correr, en especial a las que son mamis (o abuelas) y sobre todo a esas a las que adelanto como una bala en algunos de mis entrenamientos (porque ellas van muy despacio más que por mi velocidad), a las que me dan ganas de acompañar un rato en su trote para animarles a que sigan, que no abandonen, convencerles de que la mayor parte de las veces se trata más de un entrenamiento mental que físico, que no se desesperen si les parece que no ven progresos, que se dejen asesorar, que disfruten de salir en soledad y que procuren correr alguna vez en grupo.  

¿Y tú? ¿Quieres contarme tu experiencia, cómo empezaste? ¿Tus dudas, remordimientos, complejos...? Puedes comentar en la entrada o mandarme un correo contándomelo. ¿O, al leer este post, te han entrado ganas de empezar a correr? Ponte en contacto conmigo y te ayudo en tus primeras zancadas. Mientras tanto te dejo con un interesante vídeo en el que se cuestiona el significado de la frase "hacer las cosas como una niña". Yo, confieso, incluso me emocioné la primera vez que lo vi.



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