¿Es beneficioso escuchar música mientras corres?
Son muchas las personas que se han aficionado a correr y
muchas de ellas “escuchan” música mientras lo hacen. Es más, la mayoría reconocen que son incapaces de
correr sin ella, ¿por qué?
Son varias las respuestas mayoritarias: porque les ayuda a evadirse, porque resisten más el cansancio, porque es el único momento en que pueden escuchar lo que les da la gana, ¡porque así no escuchan el ruido de su
respiración!
¿Evadirse? ¿De qué,
de sus propias vidas? Quizás sería mejor correr en silencio y afrontar las
dudas y pensamientos que nos invaden a cada zancada. Incluso no salir a correr
si no hemos tenido un momento de quietud y meditación.
¿Resistir más al cansancio? El dopaje musical existe.
¿El único momento en que pueden escuchar lo que les da la
gana? En realidad es imposible ESCUCHAR
MÚSICA, así, con mayúsculas, mientras corres, por muy tranquilo que sea el
paraje por el que transcurra el ejercicio. Como mucho puedes oírla y es
probable que a un volumen más elevado del que necesitarías en otras circunstancias,
por lo que estarás sometiendo a tus oídos a un exceso de decibelios que sin
duda te pueden pasar factura más pronto que tarde. ¡Si en algunas ocasiones
escucho yo la música de las personas con las que comparto circuito!
En cuanto a lo de no
querer escuchar su respiración…eso es lo que más me asusta. Aceptar la
respiración, sea la que sea, es el ejercicio de aceptación más sencillo, y a la vez complejo, necesario y saludable, que todos tenemos a mano.
¡Qué lástima que esas
personas se pierdan la banda sonora de sus entrenos!
Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Escucha, el pasado 18 de julio, tuvo lugar la
acción sonora #EscuchandoGijón, que consistió en la exposición colectiva de
grabaciones realizadas en Gijón y aportadas voluntariamente por toda aquella
persona que quisiera participar.
Allá que me fui yo
a entrenar móvil en mano, cuando en
realidad soy corredora de accesorios cero hasta el punto de salir hasta sin
llave de casa a la más mínima oportunidad.
La grabación parece
la del trote de un potrillo. Es lo que hay. En realidad no llega a reflejar todo el
paisaje sonoro que me rodeó en esa y en otras tanta ocasiones:
- El sonido del viento en contra, o a favor, o el que se genera
a mi paso.
- El canto de los pájaros.
- Los niños en el parque.
- El sonido de la fuente, del mar.
- El cambio de mis pisadas en el adoquín, el
asfalto, la gravilla, la arena, cuesta arriba, cuesta abajo.
- Los perros, sus dueños.
- El cortejo de las palomas o sus aleteos al
levantar vuelo a mi paso.
- Las gaviotas.
- El taca-taca de una señora mayor y sus pasos
arrastrando los pies.
- La ruidosa moto de juguete impulsada por los pies titubeantes de un bebé o una bici con ruedinas.
- El rodar de las bicis.
- El saludo de algún ciclista al que no logro
reconocer bajo el casco y las gafas de sol y al que, de todos modos, devuelvo
el saludo.
- Las conversaciones y risas de los paseantes.
- La música que van escuchando otras personas que van
corriendo, sus pisadas, su respiración.
- El sonido de las hojas de los árboles.
- El tráfico.
- Mi respiración, mis mocos, mi sudor, mi saliva, sí, todo eso también suena.
- Y el SILENCIO, sí, también se escucha en gran parte el silencio.
Os dejo con la página web en la que se pueden escuchar las
grabaciones que formaron parte de la exposición sonora colectiva. Es la
descripción de nuestra ciudad en sonidos. Os invito a escucharla porque hay
muestras muy interesantes. Mi carrera aparece en la Parte 1, justo en el
minuto 14:16.
En aquel entreno llevé en mi mente en todo momento a un
alumno mío que ha estado hospitalizado por una afección muy grave de la que,
por fortuna, ha salido bastante bien parado. Es un chico de 14 años muy activo,
al que le encanta el deporte y que disfruta mucho corriendo. Sigo
dedicándole a él cada uno de mis entrenos, y muchas visualizaciones, con
la esperanza de que pronto pueda volver a llevar la vida que quiere. Mientras
tanto y hasta entonces, para él y para todos: ¡mucha música y mucha salud!
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