Estudiar un año en Canadá

Estudiar un año en Canadá

Has estado cursando 1º de Bachiller en Canadá. Un curso entero sin ti. Ni navidades ni nada. Ante tu inminente regreso, tengo una sensación extraña.

La sensación de que estoy viviendo un segundo embarazo y que voy a parirte de nuevo, porque cuando vuelvas ya no serás la misma persona que se fue.

Las mismas dudas de entonces, ¿seré capaz? ¿entenderé los lloros de mi bebé? ¿sabré atender sus necesidades? 

Las mismas ilusiones, porque a la emoción propia del momento se añadió la ilusión de sentirnos, por fin, embarazados. Tardamos más de lo que queríamos así que fuiste un bebé muy, muy deseado. 

La misma intuición de entonces, porque embarazada me sentí más animal que nunca, más primitiva, más gata, inundada de un instinto maternal que a mí misma me sorprendía. 

Miro a tu hermano (el peque), que estos 10 meses ha podido sentir lo que es 'ser hijo único' y siento lo mismo que sentía cuando él estaba a punto de nacer y tú dejarías de tenerme en exclusiva. 

Las mismas dudas de entonces. Otra vez ¿seré capaz? ¿lograré atender las necesidades del bebé sin desatenderla a ella, qué sigue siendo un bebé! Estaba en la misma línea de salida, pero partía con desventaja porque estaba mucho más cansada. ¿Cómo llevarías tú el hecho de tener que respetar las necesidades de tu hermanito? Todavía te amamantaba y te mentalizamos sobre ello. 'El bebé primero', decías tu misma antes de que naciera, pero ¿serías capaz de mantener tu palabra una vez nacido él?

Las mismas ilusiones, porque estábamos decididos a que otra personita formase parte de nuestra historia. Fue igual de deseado que tú con la diferencia de que no se hizo esperar nada, fue dicho y hecho. De algún modo sentí que él nos había elegido a nosotros. 

La misma intuición, otra vez gata. Otra vez inundada de una sensación que superaba cualquier raciocinio, que incluso contrarrestaba todas las dudas y me infundía la seguridad de que lograría mantener la lactancia con los dos. Así fue, logré amamantaros en tándem durante nada menos que dos años. 

Tu hermano, después de las abuelas (o antes, no sabría medirlo) es, sin lugar a duda, una de las personas que más te ha echado de menos. Ha contado los meses, los días, y en breve contará las horas que faltan para abrazarte de nuevo. A ver cuánto tarda en soltarte '¡qué bien estabas en Canadá, por qué no te piras otra vez!'. A ver cuánto tardamos en decírtelo cualquiera de nosotros. A ver cuánto tardas en afirmarlo tú, '¡qué bien estaba en Canadá, qué ganas de irme otra vez!'. 

Si cuando te llevaba en mis entrañas, alguien me dice que 16 años después, de forma voluntaria, te iba a enviar a estudiar tanto tiempo y tan lejos no me lo habría creído ni loca. Por suerte, evolucioné como persona y como madre. Esto era lo mejor que podía hacer por ti y era el momento de hacerlo. Quizás sigue siendo ese instinto primitivo el que me guía. Las gatas cuidan a sus cachorros como nadie. También saben despegarse de ellos. 

En cuanto al hecho de que hayas 'estudiado' este curso en Canadá...falta cerrar el círculo, que vuelvas y que podamos comprobar qué efectos ha tenido en ti. Entrecomillo estudiado porque, comparada con la vida que llevas aquí, en parte, la que has llevado estos meses ha sido mucho menos exigente. Sin quitarte mérito, ojo, que además de volver con unas notas que demuestran que no has perdido el tiempo, has tenido que desenvolverte sin nosotros, en otro país, con una lengua que no dominabas y lo que te ha hecho madurar a pasos agigantados, y eso que tú siempre fuiste más madura de lo que te correspondía por edad. 

Todo eso sin contar con el periplo por el que pasaste para viajar tanto en la ida como en la vuelta. El Covid, que sigue complicando todo más de lo que parece. Asumimos de mano que eran tiempos convulsos para embarcarnos en esta aventura. Con lo que no contábamos era con que estos tiempos podían convulsionar todavía más. Tenerte tan lejos de casa cuando al otro lado de Europa unos misiles pueden apuntar hacia cualquier lugar...

Cada noche, desde la primera de tu vida fuera de mí, me he despedido de ti sabiendo que al día siguiente serías una personita diferente. ¡Aprenden tan rápido los bebés! Lo mismo que ahora, cada día que me despido de mi madre, lo hago sabiendo que al día siguiente tampoco será la misma persona. ¡Desaprenden tan rápido los ancianos!

La cigüeña te trae, esta vez, desde Canadá. Estoy tranquila. La vida me ha enseñado que ser madre/padre no consiste en tener todas las respuestas. Más bien se trata de aceptar que gran parte de este oficio se aprende sobre la marcha. Nosotros también hemos madurado a pasos agigantados. Te esperamos para seguir creciendo juntos. Te queremos, Sonia. 

Más fuerte que nunca, mi lema, lo sabes bien, que lo has mamado: ¡Mucha música y mucha salud!

P.D.: La flor de pascua se resiste a perder sus hojas rojas. El espíritu navideño sigue esperando por ti en nuestra casa.

Y en una de las jardineras de nuestras ventanas hay una paloma incubando dos huevos. Desando que llegues, Pichón. 


 



Deje su comentario