Lo saludable de la contradicción
¿Te molesta cuando descubres cómo otras personas se contradicen? ¿O es a ti a quién reprochan ese comportamiento? Toma lápiz y papel y aprende el arte de la contradicción.
En los tiempos que corren podemos afirmar, sin miedo a
equivocarnos, que lo único que permanecerá siempre en nuestras vidas será
cierto grado de incertidumbre. Por más que nos asusten los cambios, que nos empeñemos en perseguir una
estabilidad y que, como decía Charles Dickens, “El hombre es un animal de
costumbres”, cada vez resulta más evidente que debemos abandonar patrones pasados
y ganar flexibilidad mental.
En ese proceso de cambio una persona puede sorprenderse a sí
misma contradiciéndose. Al principio descoloca y mucho. Piensas que vas a
perder credibilidad ante los demás. ¿Cómo explicar que antes decías, hacías o
defendías una cosa y ahora eso ya no te dice nada y prefieres justo lo
contrario?
La contradicción se ha ganado mala fama con razón. Para
muestra dos frases:
- Nada va bien en un sistema político en el que
las palabras contradicen a los hechos. Napoleón Bonaparte.
- Las falsedades no solo se oponen a la verdad,
sino que a menudo se contradicen entre sí. Daniel Webster.
Por otro lado está demostrado que hacer lo contrario de lo
que dices resulta bastante perjudicial. Cuando piensas, “Debería dejar de ver
este programa mientras devoro comida basura. Mejor me levantaba y me ponía a
estudiar para el examen del lunes”, si en vez de hacerte caso, permaneces más tiempo alargando esa situación
poco beneficiosa, el mensaje que cala en tu cerebro mina tu poder de autocontrol
y autoestima.
Además, llevamos mal que nos contradigan, hasta el punto de
admitir silencios de los que otorgan o incluso mentiras piadosas. En cambio hay
muchas personas que disfrutan cuestionando los argumentos de otras, en especial
cuando éstas se muestran muy convencidas de lo acertado de su posición. Ya
sabes, gente cuyo deporte preferido es discutir. Me viene a la memoria cierta
persona a la que en su día escuché introducirse en un debate con una frase: “Yo
de eso no entiendo nada, pero te apuesto lo que quieras a que…”.
Por otro lado, la contradicción también tiene sus
defensores:
- La conformidad del interlocutor nos deja
indiferentes, la contradicción nos hace productivos y eficaces. Johann W. Goethe
- La contradicción es la sal del pensamiento.
Octavio Gréard
- Para que un espectáculo merezca nuestra
aprobación es preciso que se amolde a nuestras inclinaciones en vez de
contrariarlas, que es lo que convendría. Jean Facques Rousseau
De todos modos, esas no son las contradicciones más
saludables. Las mejores, lo que yo llamo el arte de la contradicción, es darte
cuenta de las tuyas propias, de las grandes, de las que en el momento en que te
las planteas pueden hacer que la tierra se mueva bajo tus pies y provocar que
caigas en la cuenta de que hasta entonces has estado viviendo a medias.
En los últimos años he me he descubierto sintiendo,
diciendo, pensando, sorprendiéndome en muchas contradicciones. Grandes y
pequeñas. Intrascendentes y vitales. Al principio me asusté un poco: soy madre
de dos peques; soy profe y tengo alumnado a mi cargo; soy alguien en quien confían muchas personas, a la
que siguen conscientes de que mi discurso saludable funciona. ¿Qué pensarán de mí si me ven contradecirme? ¡Si al menos supiera cuál de las dos opciones contrarias es la que me conviene!
Pasado el primer susto, comprendí lo saludable que era
dudar, ver las dos caras de las monedas, resultarme irreconocible a mí misma. Entonces me volví una sabueso
de mis propias contradicciones y empecé a desarrollar un oído absoluto en lo
que a ellas se refiere. Y en cuanto presentía la más mínima sospecha de
encontrarme ante una me paraba y la sentía hasta que podía plasmarla
en una frase. Las fui anotando y hoy quiero compartir alguna en este post:
- "En la oscuridad las sombras son más grandes. En
tu oscuridad, sin distracciones, puedes ver más clara la realidad".
- "Con la luz desaparecen los miedos. Con la luz,
el día a día te anestesia y puede camuflar la cruda realidad".
- "Cuando buscas el silencio y lo obtienes justo
con quién no quieres".
- "Me llega un correo en el alguien comparte
conmigo un artículo sobre la lentitud y al segundo veo en las redes otro en el que Francisco Alcaide aborda "La importancia del sentido de urgencia". Decidir en
cada momento cuál de ellas debe prevalecer hará que se complementen y me
refuercen".
- "Fragilidad y fortaleza. Eso es lo que siento al notar mi respiración con mis manos en mi vientre".
- "Lograr diversificar y desarrollar mis puntos
fuertes y al mismo tiempo focalizar".
- "La importancia de los “para qué” en coaching y
el mercantilismo de los “para qué” en general".
- “¿Es posible vivir el “aquí y ahora”
planificando y revisando según GTD?”
- "Correr y aumentar mi umbral de tolerancia al
esfuerzo físico ha hecho que mi corazón tenga menos pulsaciones. Ahora que se
agita menos a nivel físico lo noto más a nivel emocional".
- “Ser más consciente de la importancia de dejarme
llevar por mi intuición, corazón e impulsos, y al mismo tiempo ganar consciencia sobre la importancia de gestionarme de forma más cerebral,
“pre-meditada” y “re-flexiva”, para poder aprovechar toda la fuerza que tengo”.
10 frases contradictorias. Diez descubrimientos. Lo mejor de todo es que cada una de esas contradicciones suponen una evolución,
un cambio a mejor, al mismo tiempo que he logrado mantener mi esencia y mis valores.
Reconocer y aceptar nuestras propias contradicciones es muy saludable, nos hace
más tolerantes y nos ayuda ganar empatía.
Todo son ventajas.
Así que mejora tu relación con las contradicciones:
- Si descubres que alguien se contradice házselo
saber. Quizás ni siquiera sea consciente.
- Cuando alguien te contradiga aprovecha la
oportunidad de aprender otros puntos de vista al tiempo que haces entender los
tuyos.
- Y si lo que descubres son tus propias
contradicciones…entonces disfruta del proceso porque tras él algo nuevo te está
esperando. Ignorarlas será perder una valiosa oportunidad para crecer.
Así hasta que no temas afirmar: "Me contradigo, luego existo".
En ese momento habrás comprendido el arte de la contradicción. ¡Lo que te asustará
entonces será pasar un tiempo sin contradecirte!
¡Mucha música y mucha salud!
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