Técnica Alexander: mi experiencia personal
Llegué a la Técnica Alexander por el mismo
camino que a otras muchas técnicas corporales, de la mano de la música y el
teatro y con la intención de evolucionar en ambas disciplinas. Ni te imaginas en que otros aspectos de mi vida repercutió.
Después de leer muchos libros sobre ella
llegó el momento de asistir a un taller, uno de esos que se organizan como
complemento en uno de tantos cursos musicales de verano. Me gustó, me conectó,
me pareció increíble que solamente algunas personas de las inscritas en el
curso nos hubiésemos interesado por esa opción. Pensé que debería incluirse
como parte de la oferta, al igual que las clases colectivas, además de las
individuales.
Después de esa experiencia cambió mi criterio
a la hora de seleccionar en qué curso iba a emplear mis ahorros. Desde
entonces, además de interesarme por el profesorado de clarinete, el curso que
buscaba debía ofrecer clases de Técnica Alexander. Así conocí a más profesorado
y me quedé con lo mejor de cada una de esas personas.
Todo lo que había investigado por mi cuenta,
lo que había aprendido en esos talleres, lo que avancé con mi práctica personal
y lo que experimenté en la difusión que hacía sobre la técnica entre mi
alumnado, empezó a quedarme pequeño y comenzó mi búsqueda de profesorado con el
que acudir a sesiones individuales. Así fue como me enteré de que tenía la
suerte de contar con Marta Vázquez Río, la única profesora titulada de Técnica Alexander en Gijón.
Pasar por sus manos supuso alcanzar un nivel
superior en la comprensión y la práctica de la técnica, en su aplicación a mis
disciplinas artísticas, en mi docencia y en mi vida cotidiana. Recibía clases
semanales que suponían una ventana
abierta a mi sed de conocimientos, ya que Marta es muy generosa a la hora de
compartir su sabiduría.
Según avanzaban las sesiones pude notar cómo
se abrían espacios en mi mente, que ganaba en creatividad, así como en mi
cuerpo. Remitieron las molestias a nivel de cuello que acababan en dolores de
cabeza, mi brazo derecho acusó menos el peso del clarinete y recuperé una
respiración más natural, fuera de las exigencias implícitas en la práctica instrumental y de mi vida llena de actividad.
La Técnica Alexander abrió tanto espacio en
mí que, por fin, después de dos años, mi cuerpo se llenó con la vida de mi
primera hija, en un embarazo que supuso uno de los mejores momentos físicos y
mentales que recuerdo. Continué con las sesiones hasta el final del embarazo y
eso facilitó tanto el parto como la recuperación posterior. Aunque en mi
segundo embarazo no volví a las clases de Marta, sí que recuerdo haber puesto
en práctica muchas de las recomendaciones que ella me había dado en el primero
y puedo asegurar que se volvieron vitales para volver a tener otro embarazo de
lujo, teniendo en cuenta que los momentos de descanso eran más escasos por
tener que atender a la personita que en breve se convertiría en “hermana mayor”
del bebé que albergaba en mí.
La Técnica también me ha ayudado en otras facetas de mi vida, como por ejemplo en la afición que me ayuda a mantenerme en forma: el atletismo. Empecé como corredora popular (y sigo manteniendo ese espíritu) y he acabado compitiendo como federada. El hecho de estar bien asesorada y de hacer las cosas de forma correcta no evita que puedas tener lesiones. En dos de las ocasiones en que competí en media maratón mis gemelos me jugaron una mala pasada y empezaron a subirse desde el kilómetro 13 en una ocasión y desde el 15 en otra. Por mucho que me paré a estirar no cedía el dolor. De todos modos logré llegar a meta en las dos ocasiones sin tener mayores consecuencias (rotura de fibras, por ejemplo) gracias a los conocimientos que tenía sobre Técnica Alexander, al espacio que fui trabajando en cada uno de los segmentos y direcciones de mi cuerpo.
Conozco muchas técnicas corporales y todas
ellas merecen mi mayor respeto. De todos modos, no hago dogma de fe de ninguna
de ellas. No porque desconfíe de su validez, al contrario. Más bien porque cada
ser humano es un mundo. Lo que puede ir de maravilla para una persona puede no
funcionar con otra.
He recomendado la Técnica a muchas personas y
en su gran mayoría han quedado satisfechas con la experiencia. En concreto a
Marta, la he recomendado, y recomiendo, por su profesionalidad, su calidad y
calidez, su saber escuchar el cuerpo y todo lo demás. Por combinar disciplina y
fluidez. Por su sencillez y practicidad a la hora de abordar cuestiones más
técnicas. Por su coherencia como especialista y también a el terreno personal. Una
persona con la que puedes alcanzar otro nivel de conciencia y consciencia que
te permitirá vivir más plenamente.
Enlazo un vídeo de la profesora Penny O´Connor que resume muy bien en
qué consiste la Técnica Alexander.
¡Mucha música y mucha salud!
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